miércoles, 30 de enero de 2013

RELATO: LA PUERTA DE ATRÁS

¡Perdón, mistercitos! Os tengo un poco abandonados últimamente pero no es por gusto, os lo aseguro. Parece que, a veces, ser Mr. M tiene algunos inconvenientes referidos a la disponibilidad de tiempo. En fin, este abandono tendrá su recompensa, prometido queda. Eso sí, no me metáis prisa.
Normalmente os contesto vuestros comentarios uno a uno. Es mi forma de agradeceros el interés y de crear una especie de vínculo que, aunque débil, vínculo es al fin y al cabo. Digo esto porque en esta ocasión voy a responder aquí a los mensajes de la entrada anterior, pues más o menos, la respuesta es la misma para todos.
Lo cierto es que yo no soy mucho de explicar el chiste, pero hoy voy a hacerlo en parte, tampoco os lo voy a dar todo masticado. He visto que todos tenéis una interpretación parecida del poema "El Enigma que Eres Tú". Puede ser válida, siempre he dicho que en estas cosas ha varias interpretaciones, la del que crea y la de los que reciben la creación. Aún así, ahí va una pista sobre el auténtico significado del poema. Id a la ventana, leedlo y luego mirad hacia arriba. Cuando lo hayáis hecho decidme cuál de las dos opciones que se dan en el poema escogeríais. Al primero o primera que lo haga le escribiré el próximo poema.
Siguiente punto. El relato de hoy, "La Puerta de Atrás". He estado escribiéndolo a trocitos, en esos pequeños ratos libres que he podido tener. Como siempre, espero que lo disfrutéis y que me digáis qué os parece. Al primero o primera que lo haga le querré mucho.
Bueno, mistercitos. Os dejo. En cuanto pueda volveré para dejaros algún otro regalito en forma de relato, poema o mi puto diario. A saber...




La jovencita, de unos catorce años, abrió la puerta con total serenidad.
–Pase usted, no se quede ahí plantado –dijo con una sonrisa de rotunda amabilidad–. Mi madre vendrá enseguida. La ha pillado usted  duchándose.
Ernesto obedeció mientras observaba a la muchacha, dándose cuenta al instante de que no era como el resto de chicas de su edad. Sus ademanes, sus gestos, sus palabras evidenciaban una inteligencia superior a la de otras jovencitas y superior, incluso, a la de algunos adultos. El hombre echó un vistazo a su alrededor, paseando su mirada por los objetos que le daban personalidad a la vivienda, una casa cuyo aspecto dejaba claro que había pasado por tiempos mejores. Aún así, todo tenía un aspecto de lo más normal, un tanto ajado, pero normal. No entendía los motivos que habían impedido a sus tres compañeros en sus respectivas tres visitas anteriores cumplir con su cometido. En todos los casos, los hombres habían abandonado la casa sin hablar con el titular.
–¿Y a qué es a lo que ha venido? –preguntó la jovencita una vez transcurrido ese prudencial tiempo de silencio incómodo que se da entre personas en un mismo espacio y sin nada que decirse.
–Cosas de adultos –dijo Ernesto pronunciando las palabras de un modo que mostraba su firme intención de distanciarse todo lo posible de la situación.
–No se deje engañar, señor –repuso ella con aplomo-. Puedo ser joven, pero eso no me impide darme cuenta de lo que pasa a mi alrededor.
–Creo que me doy cuenta.
–¿Entonces?
–Está bien. Trabajo para el banco y tengo que hacer la entrega de una notificación. Se deben tres meses de su hipoteca y si no se pagan esto puede ir a peor.
–Pero tenemos buzón.
–¿Perdona? –preguntó Ernesto sin terminar de comprender.
–Que las notificaciones pueden enviarse por correo –sentenció la jovencita mostrando un insolente aire de superioridad.
–Lo sé. Sucede que tú padre y yo estudiábamos juntos de pequeños y siempre nos ha unido un cierto grado de amistad, motivo por el cual he preferido tratar este tema personalmente.
–¿Va a perdonarnos la deuda?
–No, ¿cómo podría? El banco no puede permitírselo y menos en estos momentos. ¿Sabes que estamos pasando por una cosa que se llama crisis?
–Pues sigo sin saber a qué ha venido –reflexionó la muchacha–. Si ni siquiera su amistad va a servir para ayudarnos insisto en que podría haber hecho llegar la notificación por correo.
–No voy a discutir esto contigo. Con quien quiero hablar es con tu padre.
–¿Con mi padre? –pareció asombrarse ella.
–Sí, con tu padre. ¿No te has enterado de lo que te acabo de decir?
–Perfectamente, pero tengo la sensación de que quien no se entera es usted. Mi padre está muerto.
–¿Muerto? –preguntó Ernesto cada vez más confuso–. No tengo notificación de ello.
–Claro que no la tiene, no disponemos de impresora para hacer una carta en condiciones, la vendimos hace meses junto al ordenador, la tele y mi mp3. El banco no puede permitirse ciertas cosas y nosotros muchas más.
–Pero… ¿cómo que tu padre está muerto?
–Acompáñeme a la parte de atrás –dijo la jovencita–. Corremos el riesgo de que mi madre oiga la conversación y no es conveniente en su estado.
Completamente intrigado, Ernesto fue tras la joven hasta la otra parte de la casa, a una estancia prácticamente vacía con una puerta que también daba a la calle, a su lado una ventana  con vistas al jardincillo y bajo ésta la misteriosa presencia junto de unas zapatillas y una toalla. El hombre las observó intrigado desde la silla en la que estaba sentado.
–Veo que le llaman la atención las zapatillas y la toalla –dijo la joven señalando los objetos.
–No especialmente. ¿Qué tiene eso que ver con la muerte de tu padre?
–Justamente hoy hace dos años que mi padre se fue a la playa como cada mañana. Le gustaba ir a nadar temprano, decía que le mantenía en forma y le despejaba la mente. Pero aquel día no volvió, el mar estaba demasiado revuelto y ni siquiera un nadador experto como él podría haberle hecho frente. Nunca encontraron su cuerpo. A veces todavía puedo verle saliendo por la puerta, con el chándal azul que llevaba aquella mañana y con su mochila blanca.
La voz de la muchacha había perdido su tono altanero y se había vuelto del todo temblorosa.
–Pero lo peor es que mi madre sigue creyendo que está vivo y que volverá algún día. Es por eso que todas las mañanas deja ahí sus zapatillas, para cuando el regrese se las ponga. Por la noche las quita y vuelve a ponerlas a la mañana siguiente.
La muchacha se frotó los brazos, tratando de reconfortarse a sí misma. Ernesto no sabía muy bien qué decir, por eso agradeció que la madre de la joven apareciese en aquel preciso instante.
–Espero que no se le haya hecho muy pesada la espera –dijo con evidente animación.
–No, no se preocupe. Estaba aquí de lo más entretenido escuchando a su hija.
–Vaya –dijo la mujer fijándose en las zapatillas y la toalla en el suelo-. No vaya a pensar que soy una desordenada o una mala ama de casa. Eso no está ahí por dejadez. Mi marido está nadando en la playa y al volver siempre utiliza esta puerta. No quiero que me ponga la parte principal de la casa llena de arena. Por eso le dejo la toalla, para que se sacuda los pies y luego se ponga las zapatillas.
La mujer continuó hablando tranquilamente de la gran afición de su marido a la natación, de lo mucho que le gustaría a ella acompañarle si no fuese por su miedo natural al mar, pues bien sabido era que el mar siempre es traicionero.
Ernesto hacía rato que se había olvidado de su determinación a distanciarse de las circunstancias personales de aquella gente, no podía evitar encontrar aquella situación del todo terrible. Trató, como buenamente pudo, de desviar la conversación hacia cualquier otro tipo de tema mientras calibraba mentalmente cuál podría ser el mejor momento para introducir el motivo de su visita. Al tiempo, podía darse cuenta de que la mujer no le prestaba toda su atención pues cada poco su mirada se iba ansiosamente en dirección a la puerta, a la ventana a su lado y al reloj.
–Parece que por fin el tiempo va a mejorar –dijo Ernesto ahogando su ansiedad–. Eso han dicho al menos en el parte meteorológico y por el momento parece que aciertan.
–Sí –dijo la mujer sin mucho interés.
De pronto, su atención pareció avivarse de forma considerable, pero en absoluto iba dirigida a las estériles palabras de Ernesto.
–¡Por fin llega! –exclamó contenta mirando a través de la ventana-. Nunca me quedo tranquila del todo hasta que no le veo aquí. Ya le he dicho que el mar es muy traicionero, ¿verdad?
Ernesto se daba por vencido y se giró hacia la hija con una expresión en su rostro, tratando de hacerle llegar sin palabras su más profunda comprensión. La jovencita se acercó a su madre con una leve muestra de duelo. De forma instintiva miró a través de la ventana y fue entonces cuando el terror vibró en sus ojos. Llevándose la mano a la boca retrocedió unos cuantos pasos, quedándose inmóvil, prácticamente congelada. La desazón que desde hacía rato acompañaba a Ernesto estaba dejando paso a un frio horror, obligándole a levantarse de la silla y acercarse a la ventana.
Bajo la tenue luz del atardecer una figura cruzaba pausadamente el jardín, acercándose cada vez más a la puerta. Al hombro portaba una mochila blanca y el cuerpo se presentaba envuelto en un inconfundible chándal azul.
Ernesto retrocedió a trompicones, comenzó a girar el pomo de la puerta, sobre la que Ernesto tenía clavada la mirada. Una fresca ráfaga de aire le sacó de su aterrorizado ensimismamiento y en el preciso instante en el que la puerta comenzó a abrirse, mostrando la imagen de una mano seguida de un brazo envuelto en una manga azul, el hombre se giró y salió de allí a tal velocidad que cerca estuvo de atravesar la puerta de la entrada principal en lugar de abrirla.
–Aquí estoy –dijo el dueño de la mochila blanca–. ¿Todo bien?
–Todo bien –respondió su esposa.
Su hija, la avispada jovencita, recuperó la sonrisa.
–Hay que joderse con lo que hay que inventar para llegar a fin de mes –dijo.
–Niña, haz el favor de hablar bien –la reprendió su madre. 


21 comentarios:

  1. Genial, me esperaba que todo fuese una artimaña. Muy gracioso. Si algún día me veo en esa situación ya tengo una idea jaj.

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    1. Ponla en práctica, a ver que tal te va. Y si se te ocurre alguna otra estratagema no dudes en compartirla. Yo me presto voluntario a hacerla realidad.

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  2. Buenísimo el relato de hoy, muy acorde con los tiempos que corren. Al final medio pais tendrá que fingir su propia muerte.
    En cuanto al poema he vuelto a leerlo y no se me ocurre otra interpretación que la de alguien que duda entre seguir con su pareja o no. Seguiré pensándolo.

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    1. Lo malo de todo esto es que creo que medio país ya está medio muerto, sin necesidad de fingirlo.

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  3. Muy bueno Mr. M!! Divertido e imaginativo, la niña es total, hace que sea totalmente creíble su historia. Menuda familia... estupenda, que le den a ese bancario y a sus compañeros, porque seguirán insistiendo. Un saludo!!

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    1. Yo creo que habría que felicitar a los padres por haber criado una niña tan apañada a la hora de desenvolverse en el mundo actual. Con esa capacidad para mentir, fingir y engañar es más que seguro que llegue lejos.

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  4. De lo mejor que has escrito. Empieza como una tragedia, sigue como una historia de terror y termina siendo la mayor coña. La gente debería rebelarse mas como hacen estos, aunque no creo que la tactica les durase para siempre. Estaría bien otro relato con el siguiente nivel de sus invenciones para librarse de pagar.

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    1. Lo dicho, en cuanto llegue a mí alguna nueva idea de cómo engañar a los que nos engañan la plasmaré en un nuevo relato.

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  5. Me encanta la niña, marisabidilla y deslenguada. Desde luego habrá que plantearselo y ver como dar esquinazo a los del banco.Un relato chulo, chulo.

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    1. Muchas gracias. Creo que vamos a terminar haciendo un club de fans de la niña.

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  6. Ingenioso relato cargado de un realidad cruel enmascarada en tono de comedia. Te has ganado mi aplauso.

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  7. ¡Excelente, Mr. M!
    La incertidumbre y el suspenso dominan todo el texto, y uno nunca sabe para dónde se va a disparar la conclusión de la trama. Lo que hace que disfrutemos aún más ese final feliz que cierra perfecto el hilo de todo lo leído hasta allí.
    Genial, disfrutado a pleno.
    ¡Saludos!

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    1. Lo malo es que es un final feliz momentáneo. Tal como está todo, no creo que esta gente pudiese alargar mucho más la situación. De ahí la necesidad de encontrar nuevas fórmulas. ¿Se te ocurre alguna?

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  8. Muy bueno. Me atrapaste desde el primer párrafo hasta el final. De lo que más me ha gustado de lo que te he leído.

    En cuanto al poema intrigada me tiens. Yo veo una flecha amarilla dirigida a "tú" , así que para mi esa es la respuesta.

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    1. Gracias. Es lo que más me gusta, cuando os sentís atrapados por la historia.

      En cuanto al poema, por ahí van los tiros.

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  9. ¡¡ENVIDIA SANA!!! Eso es lo que me produce este regalo. Has reflejado la situación actual y con dosis de misterio. Enhorabuena suena ridículo, es un relato magistral.

    Me voy a leer la polémica poesía ;-)

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  10. Increiblemente inquietante forma de tratar a un drama que afecta a miles de familias. El final es de órdago. Enhorabuena!!

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  11. Muchas gracias! Encantado de que te haya gustado tanto y encantado de darte la bienvenida a mi blog... bueno, a nuestro blog, pues es de todos los que por aquí se acercan habitualmente. Espero seguir sabiendo de ti y que pronto seas un nuevo mistercito, además de sastrecillo, por supuesto.

    Te mando un saludo enorme.

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  12. Aunque la trama es predecible, la historia está tan bien contada que se disfruta mucho, aun sabiendo que concluirá así. Buen trabajo.
    Saludos.

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    1. Gracias, Raúl. Tienes razón, es un tanto predecible. Hace tiempo que me di cuenta de ello. Aun así, me alegra que eso no sea impedimento para disfrutar del relato. ¿Quién sabe? Tal vez un día me anime a darle un repaso y a hacer algo nuevo con él, algo más sorprendente.

      Gracias por tu visita y por los comentarios. Los aprecio todos.

      Un saludo.

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