miércoles, 30 de enero de 2013

RELATO: LA PUERTA DE ATRÁS

¡Perdón, mistercitos! Os tengo un poco abandonados últimamente pero no es por gusto, os lo aseguro. Parece que, a veces, ser Mr. M tiene algunos inconvenientes referidos a la disponibilidad de tiempo. En fin, este abandono tendrá su recompensa, prometido queda. Eso sí, no me metáis prisa.
Normalmente os contesto vuestros comentarios uno a uno. Es mi forma de agradeceros el interés y de crear una especie de vínculo que, aunque débil, vínculo es al fin y al cabo. Digo esto porque en esta ocasión voy a responder aquí a los mensajes de la entrada anterior, pues más o menos, la respuesta es la misma para todos.
Lo cierto es que yo no soy mucho de explicar el chiste, pero hoy voy a hacerlo en parte, tampoco os lo voy a dar todo masticado. He visto que todos tenéis una interpretación parecida del poema "El Enigma que Eres Tú". Puede ser válida, siempre he dicho que en estas cosas ha varias interpretaciones, la del que crea y la de los que reciben la creación. Aún así, ahí va una pista sobre el auténtico significado del poema. Id a la ventana, leedlo y luego mirad hacia arriba. Cuando lo hayáis hecho decidme cuál de las dos opciones que se dan en el poema escogeríais. Al primero o primera que lo haga le escribiré el próximo poema.
Siguiente punto. El relato de hoy, "La Puerta de Atrás". He estado escribiéndolo a trocitos, en esos pequeños ratos libres que he podido tener. Como siempre, espero que lo disfrutéis y que me digáis qué os parece. Al primero o primera que lo haga le querré mucho.
Bueno, mistercitos. Os dejo. En cuanto pueda volveré para dejaros algún otro regalito en forma de relato, poema o mi puto diario. A saber...


viernes, 11 de enero de 2013

MI PUTO DIARIO *1


Puto Diario:

Hoy es el día en el que empiezo a manchar tus páginas con mis mierdas. Es eso o borrarle a alguien las facciones de la cara a golpes contra la pared. Sé que tú aceptarás de buen grado y sin rechistar los resultados de las frustraciones que me provoca el comportamiento de algunos de mis semejantes y los llamo semejantes porque, como yo, tienen cabeza, tronco y extremidades, ahí terminan las similitudes.
Hoy, como tantos otros días, he salido a la calle con la mejor de mis sonrisas. Diez minutos han sido suficientes para borrármela de la cara. Con los años he ido adquiriendo la costumbre de ir por la acera bien pegado a la pared o bien caminando por el bordillo como equilibrista en la cuerda floja, cansado de ir describiendo una línea zigzagueante sobre el embaldosado, esquivando a todo aquel que demuestra ser conocedor únicamente de la línea recta. ¿Tan complicado resulta asimilar un concepto tan simple como el de apartarse? Por lo visto sí.
El niño, la niña, el jubilado, la pija con su perrito, el ama de casa muerta de prisa, el ejecutivo estresado, la anciana, todos van a lo suyo y siempre termino caminando como si todos los demás fuesen apestados, saltando de un lado a otro y esquivando cuerpos.
Eran estas algunas de las reflexiones que me iba haciendo cuando, de pronto, una fuerza bruta, un ímpetu animal no sólo me sacó de la acera sino también de mis casillas. El empujón que recibí no fue uno más, no fue un codazo, no fue un tropezón. Fue un impulso tremendo que me obligó a caer de mi cuerda floja y me dejó desconcertado al borde de una carretera donde un ávido conductor (esa raza también va a lo suyo, no sólo la de los peatones) casi me lleva por delante.
Cuando por fin me sobrepuse a la sorpresa inicial pude identificar el motivo de mi zozobra. Un tipo de más o menos mi misma edad corría como perseguido por una horda zombie, como si la tierra fuese a explotar y eso que ha quedado demostrado que las teorías apocalípticas no son más que palabrería. Pero eso poco parecía interesarle y demostraba que lo único que realmente le importaba era su propia premura, siendo el hecho de que otros seres humanos ocupasen el espacio físico que se interponía en su carrera algo fácilmente superable a base de empujones. Y esta vez no sólo me molestó, me jodió en el alma. Así que como este año me he hecho el firme propósito de ser malo y yo siempre cumplo mis propósitos, me dije a mí mismo “¡Qué coño! ¡A por él que voy!” Y así es como me lancé yo también a una carrera desenfrenada. Lo cierto es que al principio no conseguí avanzar mucho, pero eso sólo fue así hasta que me di cuenta de que mi manía de no llevarme por delante a la gente me estaba retrasando. Hace unos días no hubiese tomado la decisión, pero como ahora soy malo decidí ponerme el mundo por montera y correr en línea recta. Ay, puto diario… ni te imaginas la sensación de placer que recorría mi cuerpo mientras la gente salía despedida a mi lado. No se libró nadie, ni el niño, ni la niña, ni el jubilado, ni la pija, ni el perrito, ni el ama de casa muerta de prisa, ni el ejecutivo estresado, ni la anciana.
Pero mi objetivo era él, el desgraciado que me había sacado de la acera y, por fin, las distancias empezaban a acortarse peligrosamente. Hice un último esfuerzo, aceleré un poco más pues el cabrón sabía correr y conseguí alcanzarle, ponerme a su altura. Fue entonces cuando me di cuenta de que en ningún momento había pensado que hacer cuando le diese caza, así que actué dejándome llevar por mis instintos y con toda la fuerza que pude extraer de mi jadeante cuerpo estiré los brazos y le regalé el más impulsivo de los empujones. El tipo salió despedido hacia delante, siendo adelantado por su mochila, que había decidido pasar del hombro de mi víctima. Tal vez no debería haberme alegrado cuando el impacto contra el suelo le partió uno de sus dientes, pero confieso que lo hice.
Todo el mundo nos rodeó entonces, la gente se agolpaba en torno a nosotros. Al ver la sangre manando de su boca comprendí que tal vez me había excedido. Ya ves, puto diario, aún me quedan reminiscencias de buena persona. Los transeúntes se acercaron a mí y me preparé para contraatacar los reproches que estaba a punto de recibir. Sin embargo, para mi asombro, todos me felicitaron. ¿Qué coño estaba pasando? ¿Todo el mundo se había hecho el mismo propósito que yo al comenzar el año? ¿Nos habíamos vuelto todos locos? Pues no. Resulta que aquel tipo escupiendo sangre y tirado todavía en el suelo era un chorizo que acaba de robarle la mochila a una joven con la típica técnica del tirón. Por lo visto, acababa de convertirme en un héroe cuando mi intención era justo la contraria. ¿No es irónico? En fin, parece que la vida se empeña en no darle a uno lo que quiere. La gente me colmaba de halagos y buenas palabras y yo sólo quería ser odiado.
Me fui de allí, caminando absorto en mis pensamientos, tanto que no tardé en recibir un golpe de un hombre que caminaba hacia mí y que, por supuesto, no se dignó a apartarse a mi paso.

miércoles, 9 de enero de 2013

EL DIARIO DE MR. M


El año empieza como acaba el anterior, que todos nos volvemos locos con eso del fin de año y la diferencia entre pasar del 2012 al 2013 es la misma que cambiar el miércoles por el jueves; todo sigue igual pero nos convencemos de que es un nuevo comienzo. Por supuesto, para el 10 de enero ya lo hemos olvidado y con ello nuestros propósitos vuelven a reposar en lo más profundo de nuestra mente, esperando salir a relucir en la próxima Nochevieja. Es por eso que no quiero dejarme llevar, no quiero ser como todos los demás y me he hecho mi propio propósito que pienso cumplir a rajatabla. Este año no voy a adelgazar, ni a aprender un idioma, ni a ahorrar más, ni a dejar de fumar, ni a follar más ni a follar menos, ni a apretarme el cinturón y ni mucho menos a pensar que no queda más remedio. Este año voy a hacer algo que se me da muy bien, voy a estar de mala ostia y voy a disfrutarlo, voy a ser malo y seré el mejor. Cuestión de adaptación. Si no nos dejan otra opción ¿por qué no asumirlo, aceptarlo y devolver la pelota? Veremos qué tal me va, hasta dónde soy capaz de llegar y qué líneas soy capaz de traspasar. Para ello creo este diario en el que periódicamente iré reflejando y reflexionando sobre mis experiencias. Como todo diario, el mío también está cerrado. ¿Queréis abrirlo?